martes, 9 de septiembre de 2014

¿Sabías que fumar afecta la apariencia de nuestra piel?


El tabaco afecta mucho más de lo que pensamos a nuestra piel y lo hace de manera constante.
El humo del tabaco afecta negativamente a la piel de dos maneras: el aire contaminado con humo seca nuestra piel y fumar reduce la cantidad de flujo sanguíneo que llega a la piel, lo que la priva de oxígeno y otros nutrientes esenciales, provocando una deshidratación de la superficie cutánea.
Debido a su delicadeza, la piel de la mujer se ve más afectada por el tabaco que la del hombre. La nicotina eleva los niveles de vasopresina, hormona que estimula la contracción de las fibras musculares, aumenta la presión sanguínea y disminuye los estrógenos en mujeres, lo que favorece la aparición de sequedad, la atrofia cutánea y la posibilidad de la aparición de vello. Además disminuye la absorción de la vitamina A y se alteran el colágeno y la elastina.

El rostro del fumador se distingue por poseer unas arrugas marcadas, provocadas en gran medida por las contracciones de los labios al fumar y el acto de entrecerrar los ojos para evitar el humo. El aspecto facial está más demacrado, con prominencia de los huesos. También se destacan en el rostro manchas color púrpura y la piel de la cara grisácea.

Fumar afecta mucho a la cicatrización de las heridas. Las personas que fuman un paquete al día tienen tres veces más frecuencia de padecer necrosis (muerte celular). Los que fuman dos paquetes al día tienen seis veces más que los no fumadores. Esta situación se debe a distintos factores que confluyen: la nicotina del cigarrillo causa la vasoconstricción de los vasos de la piel, lo que genera una disminución de la oxigenación de los tejidos. Fumar aumenta la carboxihemoglobina, la agregación plaquetaria y la viscosidad sanguínea y todo ello provoca efectos negativos en la curación de las heridas. La vasoconstricción no es un fenómeno transitorio puesto que fumar un solo cigarrillo puede causar vasoconstrucción cutánea durante 90 minutos. Fumando un paquete de cigarrillos al día provoca hipoxia (disminución del oxígeno) durante al menos 24 horas.

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Dermatitis atópica



Se trata de una dermatitis crónica con tendencia hereditaria caracterizada por una piel seca, enrojecida, agrietada y engrosada, que ocasiona mucho prurito (comezón) y que cursa con periodos de recuperación de los síntomas, seguidos de nuevas recaídas (es común que los pacientes comenten “ya estaba mejor, pero se le volvieron a prender las ronchitas”). La edad de presentación es por lo general antes de los dos años de edad y muy frecuentemente antes de los 6 meses. Hasta un 60% de los casos se presenta por primera vez antes del año de edad y para los 5 años, 80-90% de los pacientes afectados ya han presentado síntomas.

El término “atopia” se usó por primera vez en 1923 en referencia a una aumentada sensibilidad, aparentemente heredada, a ciertas sustancias o situaciones que predisponen a la aparición de la dermatitis y otras enfermedades como el asma o rinitis alérgica. Es decir, se observaba que en una misma familia, varios integrantes eran susceptibles a padecer estos problemas cuando se exponían o tenían contacto con ciertas sustancias o ambientes. Desde entonces se pensaba en un fondo alérgico de base, lo cual en nuestros tiempos ya no es más una sospecha. Ahora se conoce que todos estos padecimientos están relacionados, lo cual explica el por qué muchos niños que en su infancia presentan dermatitis atópica pueden desarrollar posteriormente asma, rinitis u otro tipo de manifestaciones alérgicas.

Característicamente, la distribución y forma de las lesiones va cambiando conforme el niño va creciendo. En los lactantes las lesiones ocurren principalmente en el cuero cabelludo, la cara, el tronco y las superficies extensoras (codos y rodillas). Las lesiones en esta etapa de la vida se caracterizan por una piel engrosada y enrojecida. Es la causa número uno de dermatitis en la infancia.

En la niñez y etapas tempranas de la adolescencia, las lesiones aparecen sobre todo en los pies, las áreas flexoras (pliegue anterior del codo, pliegue posterior de la rodilla) y el cuello. Hacia la adolescencia tardía y la edad adulta, la distribución es también en las áreas flexoras pero además, involucra las manos.

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¿Porque nos da comezón?


La comezón es el motivo por el cual hasta el 53% de la población acude a consulta dermatológica, tomando en consideración que este síntoma es el dato clave de las diez dermatosis más frecuentes. 
Sentimos comezón en la piel por la liberación de sustancias como histamina, calicreína, bradiquinina y serotonina, que a su vez favorecen la liberación de enzimas llamadas proteasas a nivel de las capas más superficiales de la piel.
Existen diversos tipos de comezón en la piel, y dependiendo de sus características pueden clasificarse como:
1. Enfermedad en la piel, como la escabiosis o sarna, pediculosis (piojos), hongos, urticaria, prurigos, dermatitis atópica, fotodermatosis, psicodermatosis (nerviosismo).
2. Enfermedad sistémica, como embarazo, hepatitis, cirrosis, enfermedad renal, diabetes o tumores como leucemia y linfomas.
3. Mixta.
4. Causa desconocida, debido a que a veces no se puede determinar el origen
Es muy importante determinar el origen de esta sensación, por lo que se debe acudir a un dermatólogo, ya que puede ser originado por una piel seca, o hasta por anemia o por un linfoma.

Cuando se presente ese tipo de comezón en la piel, se debe evitar el uso excesivo de jabón, detergentes y el sol.
Lo recomendable es lubricar en forma abundante y frecuente, mientras se acude al médico especialista.
Es importante considerar que en los casos de prurito crónico, se puede generar desequilibrio en la vida personal del que lo padece, altera el sueño, la atención a nivel escolar y laboral, impide las actividades recreativas y puede desencadenar trastornos psicopatológicos en la familia sino se controla a tiempo.

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